Escuchar la radio por las mañanas
se ha convertido en una nueva forma de suplicio con tintes masoquistas. Los
adjetivos aplicados a la situación económica – rayan lo inconmensurable – se
escucha, tras detallar las nuevas del día que siempre resultan más preocupantes
que las del anterior. (Al llegar a este punto, y comprobar las continuas
contradicciones con lo que escuchamos hace pocas horas, y las medidas que se
toman “que nunca tomaremos” en palabras de Rajoy, quieres cerrar las escuchas y
entrar en esa especie de sopor resignado que sufren los que indefectiblemente
se encaminan al sacrificio). Para complicar aún más las cosas, el líder popular
vasco aporta su granito de arena desdiciéndose de lo que hasta la fecha había
mantenido y anunciando, casi subrepticiamente, la ruptura por su parte del
pacto que “nunca iba a romper”. – Así es la política – nos dicen, volviendo a
dar otra vuelta al descrédito y desafecto de los ciudadanos hacia ella. Esto y
“todos son iguales” se convierte en el nexo común de los comentarios de los
ciudadanos, mientras toman su café ojeando los periódicos para no gastar. Luego
pasan a la sección de deportes y el llanto por la pérdida de su equipo, el
Athletic por supuesto, se torna en esperanza por los próximos éxitos, que
seguro que llegarán. La Green Capital
sigue su andadura y, por lo que “tuitea” constantemente el PP-alcalde Maroto,
con éxito, aportaciones y apariciones estelares en programas de máxima
audiencia: “Gran Hermano” (al llegar a este punto volvemos a perder el
equilibrio y parpadeamos para cerciorarnos que de que todo esto es posible y no
producto de un mal sueño). Pero la vida sigue, aunque empresas hasta ayer
pujantes amenazan con el cierre si los trabajadores no se avienen a sus
condiciones ¡bendita reforma laboral! O plantean EREs y suspensiones de tamaño
cósmico. Los Indignados vuelven a la
Puerta del Sol en orden y concierto, pues no hay que
confundir libertad con libertinaje, como decía el Caudillo y ahora repite Doña
Soraya, vicepresidenta del Gobierno. Pues nada, a seguir y “prietas las filas,
recias marciales…” como algunos cantaban hace años y otros ahora añoran.
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