domingo, 6 de mayo de 2012

GOBIERNO LEGÍTIMO



Que un gobierno democrático legítimo es el “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” lo dijo Abraham Lincoln en 1863, en el discurso más breve de la historia. En apenas tres minutos acuñó este concepto que había de pervivir en el tiempo. Hoy, 150 años más tarde, no son muchos los gobiernos que puedan presumir de dicha “legitimidad”. Ser un gobierno del pueblo es actuar en su nombre; ser elegido por el pueblo cumple con la segunda condición; pero gobernar para el pueblo ya no es tan obvio, incluso en muchos de los gobiernos de nuestro entorno inmediato. En los momentos actuales, en los que la gobernanza de Europa está tan cuestionada a la vista de los resultados que para los ciudadanos tienen las medidas que desde allí se imponen, muchos ponen en duda que el fin último de los que gobiernan sea precisamente el bienestar de los gobernados. O la felicidad de los mismos que defendía el artículo trece de la vieja Constitución española de 1812. Son muchas las ocasiones en las que las reglas democráticas de buen gobierno han sido burladas, prevaleciendo otros intereses sobre los de los ciudadanos que conforman ese pueblo aludido. Hoy, los intereses de los poderosos ubicados en el mundo financiero, se alzan inmisericordes ante los propios Estados que han acudido en su ayuda, con el dinero público, para evitar lo que creían ser males mayores, y reciben como compensación el castigo de la especulación por esos mismos beneficiados. Ante ello, son ya muchos los que pregonan que es necesario cambiar el rumbo, que no se puede condenar a la paralización de la economía y con ella, al abandono de los elementales derechos de los ciudadanos. La socialdemocracia consiguió que en los últimos cien años en Europa disfrutásemos de esa red protectora que constituye el estado de bienestar. Pero vemos como se destruye, en aras a esos principios neoconservadores que se nos quieren ofrecer como única solución. Hoy Francia está hablando. Espero que sus palabras sean las acertadas. Mientras, 8.000 policías tienen que proteger (¿?) en Barcelona a los que controlan nuestro futuro: los directivos del Banco Central Europeo. ¿Por qué será?.

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