Arde Valencia en fallas y fiesta.
Andalucía vota para saber en quién depositará sus frustraciones, lo mismo hace
Asturias para intentar despejar su futuro y Cataluña ya ha prendido fuego a la
mecha que hará explotar sus sistemas públicos de sanidad, educación y
administración en general. No será el último que lo haga. El país se
contorsiona entre el puente de San José, con miles de vehículos gastando un
combustible al mayor precio jamás pagado, y el desconcierto del futuro que nadie
sabe cómo nos va a dejar. Es hora de dejar de hablar de la manida crisis,
estamos ante un cambio de sistema y deberíamos pensar que nada en el futuro
será igual. Es necesario cambiar los modelos de valores sobre los que esta
sociedad se ha ido asentando en los últimos años, un siglo al menos, y buscar
los que configurarán el futuro. Y estamos en el peor momento ya que todavía
miramos a lo que era, con la esperanza de recuperarlo, y no imaginamos cómo
será lo que viene. Mientras tanto sobrevivimos ampliándose las distancias entre
los más débiles y los que se sitúan en mejores puestos. Compatriotas nuestros
ocupan lugares cada vez más prominentes en el ranking de los ricos del planeta,
con fortunas inimaginables. Descorazona saber que los pretendidos valores de la
generación anterior a la actual “nini”, pasaban por hacerse viviendas de recreo
de cientos de miles de euros que luego no podían pagar o lo que es peor,
justificar de dónde salían los fondos para hacerlo. Vitoria verde, verdea
ofreciendo ventajas fiscales a los que entreguen sus fondos para hacerla más
verde, suponemos. Es decir que los que disponen de fondos tiene ahora una
magnífica posibilidad de invertir ya que obtendrán rentabilidad máxima a sus
capitales que la hacienda pública, que somos todos, le proporcionará en forma
de desgravación. Vamos, que si pones dinero en Vitoria, pagarás menos impuestos
con lo que el resto tendremos que poner solidariamente lo que tu te ahorras
para hacer frente a todos las demás obligaciones que la administración
conlleva. Pues, es cierto, esto no es el Serengeti, esto es la selva y sálvese
el que pueda.
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