Más de cuarenta años en esta ciudad y sigo asombrándome de la rapidez con que se cambian algunos valores de estimación social. Pasamos de defensores a ultranza, con gran aparato mediático, de determinadas opciones y “acciones”; a la indiferencia, o incluso la destrucción, sin solución de continuidad. Esta semana le ha tocado a la ARICH, o sea: la Agencia de Revitalización Integral de la Ciudad Histórica. De dos seguros mandobles la han mandado al ostracismo, previo a su defunción consentida. Bastó con que el Presidente recién llegado pusiera en duda su efectividad, e incluso sus cuentas, para que se procediese a su hibernación o congelación, acorde con la temperatura ambiente. Del halago exultante al que la dirigió en los últimos tiempos, hemos tornado a una crítica no exenta de cierta malicia, poniendo de manifiesto los gastos de su tarjeta oro, sin explicar, o señalar al menos que dichos gastos se habían pactado en compensación legítima de otros. Respeto las críticas, e incluso las aliento, pues el control del gasto público es sagrado y así debería de hacerse con todo, pero me sorprenden estos cambios repentinos de héroe a villano que algunos practican. El equipo que ha dirigido la ARICH ha logrado importantes cambios en esa zona de la ciudad que son innegables y que saltan a la vista. Han sido alabados, premiados, condecorados y difundidos por doquier, y en más de una ocasión he visto a nuestras autoridades adornarse con las plumas del éxito, posiblemente exagerado, que se había obtenido. ¿A gusto de todos? Seguramente no, y tienen razón los que piden más, pues era una zona degradada, poco atendida y refugio de los que esta sociedad marginaba. Junto a vecinos de siempre que, en muchas ocasiones, seguían allí porque no habían podido emprender el éxodo hacia los nuevos barrios. Hoy son nuevos tiempos y acuerdos entre partidos, hasta hace poco impensables, los que han propiciado esta nueva forma de gestionar el esfuerzo necesario en esa zona de la ciudad. Ojalá que este giro mejore la trayectoria, pero los giros marean no lo olviden.
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