Era inevitable. Esta semana un grupo político ha planteado en el Ayuntamiento la pregunta que muchos tenían en la cabeza: “¿es viable el soterramiento del ferrocarril a su paso por nuestra ciudad? “. La cuestión no es baladí y tiene muchas coordenadas a tener en cuenta. La primera y fundamental, la básica, sería: pero, ¿es deseable el soterramiento? Parece que esto quedó resuelto hace ya mucho tiempo y hubo un cierto consenso en ello. Incluso se llego a hablar de “cerrar la herida abierta en nuestra ciudad”, (apreciación que no comparto ya que siempre pensé que era precisamente el ferrocarril el que había preservado del ataque especulativo esa parte de la ciudad jardín, paseo de la Senda, incluido). Pero, dado por resuelto este asunto, se pasó al siguiente: ¿por dónde se ha de llevar el nuevo trazado y cómo ha de ser: ¿en superficie, soterrado, conjunto pasajeros con mercancías o separativo? También este asunto quedó resuelto, o aparentemente resuelto, con la decisión de hacer trazado único con varios túneles, y soterrado por la zona de la antigua circunvalación, ahora Bulevar de Euskal Herria. Y la cuestión más espinosa ¿cómo y quién pagará la cuenta? Porque ésta era abultada, teniendo en cuenta las anteriores premisas. Además se basaba, en una parte, en la plusvalía obtenida de los aprovechamientos urbanísticos de los terrenos liberados. Esta fórmula no dejaba de tener sus sombras, ya que utilizar el urbanismo como fuente de financiación de las ciudades, condicionando el diseño a la obtención de fondos, en mayor o menos medida, ha sido causa de desmanes manifiestos. Pero la crisis económica ha trastocado el planteamiento, haciendo evaporarse las expectativas de recaudación rápida por estos motivos, agravados por la falta de crédito y la política de restricción del déficit actual. Por tanto la reflexión sobre este asunto se hace inevitable y será bueno que se debata en los próximos tiempos. Pero, por añadir otra cuestión, hay que poner de manifiesto también lo que supone la renuncia a las grandes obras públicas para el entramado empresarial. Y no me estoy refiriendo a las grandes empresas sino a la industria auxiliar de pequeños talleres, oficios, suministros y mano de obra que sin expectativas de trabajo desaparecen todos los días, y que una obra de estas características sin duda ayudaría a sobrevivir.
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