Pasadas las votaciones y
conocidos los resultados, no son pocos los que creen que hay que reflexionar.
Esto ocurre, sobre todo, en los partidos que han perdido votos o no han
alcanzado sus expectativas. Algún dirigente habla de enmendar los errores o
rectificar la dirección anteriormente emprendida, siempre con un ligero tufo a
“males ajenos”, a errores de otros, que ahora es necesario reconocer. Se cumple
así el mandato católico, que algunos conocimos en nuestra infancia, cuando nos
explicaban que, para que surta efecto el sacramento de la penitencia, era
necesario arrepentirse, tener dolor de corazón, propósito de la enmienda y
decir los pecados al confesor. Esta última condición es la que ahora se realiza
mediante los medios de comunicación, o en los llamados “blog”, en los que
podemos desnudarnos y apelar a principios y valores perdidos, causa de nuestra indigencia.
Todas las razones serán plausibles y traslucirán el dolor sincero por la
situación, y también un propósito de la enmienda, a los que se apela para mantenerse
en el tiovivo de la política. Y si no puede ser en el caballo blanco que lo sea
al menos en la olla, aunque de vueltas sobre si misma. Pocas veces encontramos
en esas sinceras autocríticas, una relación directa con su quehacer por parte
del que las hace. Parece que los errores globales que ahora se reconocen,
hubiesen sido impuestos desde las alturas, bien sean éstas las cúpulas de los
partidos, o los mercados, o la recurrente Europa. Y siendo en gran parte
cierto, no debería tranquilizar su conciencia hasta el punto de dar lo hecho
por asumido y pasar la página de la historia esperando que los vientos les sean
favorables en la próxima singladura. Es necesario rehacer la hoja de ruta,
revisar la obra muerta, vaciar la sentina, alistar las velas y enrolar una
nueva tripulación que asegure la travesía. Pero lo más importante es que la
dirección tome el timón, fije el rumbo y mantenga la derrota de la nave y esto
solo se consigue con la confianza, con la ilusión y el apoyo de las bases.
Zapatero así lo ha entendido y deja paso, pero el ejemplo debería ser seguido
por los que, reconociendo haberse equivocado, se mantienen en el puesto de
mando sin darse cuenta que ha llegado el momento del relevo. Y no hablo solo
del Partido Socialista.
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