domingo, 14 de enero de 2007

PROPUESTAS IMAGINATIVAS

Tras las condenas varias y de todos los calibres, las manifestaciones seguidas o criticadas y la feroz resistencia a todo de algunos, llega la calma del domingo y el momento de ilusionarse con las cosas de la vida. Pero..., ¿hay algo para ilusionarse? Cuando no es el cambio climático que parece conducirnos hacia la hecatombe final a pasos agigantados, son los varios conflictos bélicos que se ponen en marcha por el ancho mundo, la mayoría de las veces alentados por ese presidente cowboy de gesto ausente. Ora Irak, y ahora Somalia arden en el más estricto sentido de la palabra por los caprichos de dicho personaje, que siempre coinciden con los intereses de las grandes corporaciones económicas. No parece que las páginas de internacional vayan a traernos esa paz interna que ansiamos por lo que, saltándonos las noticias nacionales, vamos con nuestra ilusión a las locales. En nuestro camino aparece la figura inconmensurable del Consejero Madrazo. ¿Qué nos propone ahora este denodado luchador contra la “Y” vasca? ¿Qué nueva injusticia nos propondrá solventar? Pues si: si las pérfidas Diputaciones no quieren grabar a los contribuyentes con aquel impuesto sobre las viviendas vacías que se propuso en el Parlamento, serán los ayuntamientos los que arreglen el problema – y de paso el de la Consejería y su falta de numerario – cobrando 9 euros por día de cada vivienda vacía que encuentren a su paso. ¡Caramba, 9 euros al día son 3.285 euros al año, más de 500.000 de las antiguas pesetas! Pero claro está, que son solo los pisos vacíos todo el año y las segundas o terceras residencias están libres de culpa. Eudel no contesta. Posiblemente es que no se lo acaban de creer. Puede que comprobar el estado de las viviendas cueste más que la recaudación pero ésto no ha de ser obstáculo para nuestro imaginativo Consejero. En cualquier caso disminuiremos el paro aunque solo sea contratando a alguien para que de la luz los fines de semana. ¡Lástima que tan loables fines se quieran alcanzar por tan intrincados caminos! Son como Dios.

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