se muestran aquí las colaboraciones que desde el año 2004 viene realizando el autor en la contraportada del Diario de Noticias de Álava.
domingo, 7 de enero de 2007
INTELIGENCIA
Después de la desilusión, de la rabia, de las lagrimas contenidas. Después de la espera y del dolor, de los cuerpos que no aparecen, de las concentraciones. Después de la muerte hay que hacer sitio a la inteligencia. Hay que ser inteligentes para no caer en la revancha, en la desproporción de la respuesta, en la injusticia. Para no abandonarnos a la venganza que genera nuevas injusticias. Inteligentes para entender que quienes se han equivocado, una vez más, son ellos. Los que creyeron que cuatrocientos kilos de amonal eran la medida justa para denunciar una situación para ellos insostenible. ¡Qué sarcasmo!, los que quieren ayudar a los que sufren, entierran a dos personas para mejorar su posición. Y con los cuerpos todavía bajo los escombros quieren tener razón y que alguien les crea. ¿Se puede estar más equivocado? Pero hay que ser inteligentes. Todos deberíamos serlo. Hay que actuar como se debe y seguir defendiendo que las cosas hay que hacerlas bien, no por la presión de nadie y mucho menos de las bombas, sino en defensa de nuestra propia dignidad como personas. No es inteligente organizar ahora la caza de brujas ni el clamar “se van a enterar”, no. Lo racional, lo practico, lo más conveniente incluso, es seguir pensando que alguna vez todas las organizaciones sociales, grupos, movimientos, o como se quieran denominar, que integran, permiten o toleran a grupos armados que practican la violencia como método para conseguir sus fines, van a darse cuenta que ese camino les hace sumirse cada vez más en el abismo en el que se van metiendo. Que hasta los mejores sentimientos solidarios se pudren ante tanta ignominia, ante tanto dolor inútil. Y entonces, cuando se den cuanta en el daño causado a ellos mismos, en los años perdidos tras unas rejas que ellos eligieron, en las horas de frío en manifestaciones inútiles tras pancartas que piden lo que ellos no dan, entonces, quizás valoren lo que costó el gesto inútil del amonal un día a finales de 2006.
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